Después de dos días sin tener noticias nuestras sólo explicarios, porque lo importante de hoy viene después, que ayer estuvimos realizando diferentes actividades en el Centro Comunitario de Santo Domingo. Suzette estuvo con los pequeños cantando y bailando, Toni con los medianos  con canciones de animación y Lluís con una dinámica con los mayores. Después paseo por el Parque Arví y por la noche sesión de cine en la casa. Hoy hemos conocido Río Negro, El Peñol, Guatapé... Unos parajes únicos y un bonito de turisteo.

Pero lo interesante de la entrada de hoy viene a continuación y tiene un protagonista de excepción: Sebastián, una persona clave en nuestra estancia en Medellín ya que nos ha acercado a realidades que, de otra manera, nunca hubiéramos conocido. Si queréis continuar sabiendo de su trabajo podéis seguirle en el blog de su fundación: fundacionhuellasmedellin.blogspot.com. Aquí van las palabras de Sebastián...

Hola, a pedido de Luis, Suzette y Toni, me propongo escribir algo sobre el barrio en que vivo, un barrio que poco a poco se convierte en el mío. Debo iniciar diciendo que es un lugar lleno de vida, vivida, y por supuesto: por vivir; lo digo porque diariamente cuando salgo o sale alguno de los hermanos a comprar las arepas o el queso para el desayuno, ya desde hace largo rato, quienes dinamizan la ciudad desde la base de las grandes empresas o fábricas, ya han empezado su día; aunque algunos más, inician el mismo día con la angustia de no tener empleo, no tener lo suficiente para comer y por lo menos sobrevivir. Es bello sentir la cercanía de los vecinos que al pasar te saludan por el nombre y tu puedes hacer lo mismo, es bello ver a muchos niños jugar con tierra solamente o con un balón a medio inflar, momento que convierten en un mundo paralelo donde hay abundancia y felicidad en ocasiones algo utópico dada la realidad. En Santo Domingo, por desgracia se notan las consecuencias últimas de las injusticias que genera nuestra sociedad competitiva, y es lo que muchos, con pasión y decisión queremos combatir, por lo menos, en nuestro entorno más cercano. Hay días tranquilos y llenos de colores, pero en ocasiones por la disputa de territorio de bandas criminales, el día se puede tornar gris, o negro, y los colores esperan para salir con el nuevo sol de otro día. Finalmente, abusando de las líneas concedidas, es realmente hermoso resaltar la esperanza puesta en Dios que la mayoría de los habitantes de Sto Domingo tienen, esperando el día en que los colores jamás tengan que esperar un nuevo sol.

JUAN SEBASTIAN HERRERA SALAZAR, marista

Medellín, julio 28 de 2011.